sábado, 22 de mayo de 2010

Noche de tenis


Nunca se me había pasado por la cabeza ver un espectáculo deportivo desde un palco. Pero ahí estaba yo el viernes pasado, en primera línea de pista en La Caja Mágica, viendo mi primer partido de tenis en el Masters Series de Madrid, dispuesta a disfrutar del encuentro entre el número uno del mundo del deporte de la pelotita amarilla contra un letón llamado Gulbis.

El jueves por la noche mi tío nos propuso el plan a mi churri y a mí: '¿Os apetece ir mañana a ver un partido de tenis? Tengo invitaciones y de las buenas'. Genial, algo nuevo y diferente, para allá que vamos. Mi churri me informa que son los cuartos de final del Open de Madrid. La mañana del viernes investigo desde la oficina a quién voy a ver. Tras rastrear la web oficial del torneo (que lo mejor que tiene es la música y la quito nada más que empieza a sonar) y abrir mil pestañas del navegador, encuentro los horarios y partidos del día. Yo voy al de las ocho de la tarde, pero parece que hay dos a la misma hora. En uno juega Federer, con suerte para ése son las invitaciones... Sí, a caballo regalado no le mires el diente, pero por preferir. A la cita también se suma mi primo, así que le pregunto que si sabe algo. Me confirma lo de Federer, porque no sabe que hay otro partido, y lo del palco, él ya estuvo la noche del miércoles. ¡Uy, pues la noche va a ser más curiosa que ver un partido de tenis por primera vez! ¿Habrá que llevar mantón de manila para colgar, como a los toros?

Tras un atasco del quince, mal aparcar encima de una rotonda en barbecho, y atravesar corriendo el parking VIP, llegamos a la Caja Mágica (que por supuesto nada tiene que ver con la de la Campus Party Europa, lo de los bocadillos ya no lo sé...) y nos plantamos en la Entrada VIP. Es inevitable no darte cuenta de esto, una gran pancarta te informa de ello sobre la línea de seguratas. No entendí muy bien esto, ya que las dos entradas (la VIP y la no-VIP) están incomunicadas si no es por el interior del recinto, a no ser que quieras cruzar el Estanque de las tormentas de la China. Supongo que se trataba de un megacartel informativo para gente poco acostumbrada a tales menesteres, como yo, por si te hace ilusión. A mí me pareció una gilipollez. ¡Les sobraría tela!

Las invitaciones nos las traía en mano quien nos invitaba. Tras él para no perdernos y entrar puntuales al partido, nos acompañó a nuestros asientos. Yo, la más lenta del grupo, corría entre la gente sin perder de vista a quienes perseguía, la acreditación de nuestro anfitrión nos abría el camino. A pesar de que intentaba no quitar ojo a mis acompañantes para no perderme, no pude evitar fijarme en el mercadillo que había montado a la entrada del bajo graderío, con puestos de marcas tan adsequibles como Rólex, u otro en el que podías degustar una ostra a un euro.

Empezamos a subir las escaleras y se dibuja ante mí la pista de tenis. Giro la cabeza y a la primera persona que veo es a Sara Carbonero (sí la periodista deportiva de moda, ¿por su profesionalidad...?), instintivamente busco a su lado a Íker Casillas, y sí, sí está. Mira, si me aburre esto del tenis por lo menos me puedo recrear un rato.

Tras el sofocón de tener a Casillas a cinco metros de mí, alucino con el sitio desde el que vamos a ver el partido, una hilera de geranios me separa del terreno de juego. Poco a poco los asientos se van llenando y hasta donde me alcanza la vista veo un montón de caras conocidas. La verdad es que no soy de esas personas que se emocionan demasiado al ver a famosos, aunque no puedo negar que como mortal me hace gracia. Así que mientras salen los tenistas observo a los personajes que tengo a mi alrededor.

Empieza el partido y una, que no está acostumbrada a ver deporte en directo, echa de menos las repeticiones. Me llama la atención el silencio que hay durante el juego, pero también la incompetencia de las recogepelotas. Observo que tienen un protocolo de actuación, pero que no acaban de hacerlo bien. Supongo que los de la agencia de modelos se lo han explicado con poco tiempo... A mi lado se coloca la que, además de recoger pelotas, ha de dar la toalla al tenista que juega en ese lado de la red. ¡Pobre! La desborda tener que recoger la bola amarilla y entregar la toalla al jugador. Noto que ambos tenistas se impacientan con la poca maña de las modelos. Ellas tampoco parecen estar muy cómodas, no sé si tendrá algo que ver uniforme lila de falda corta y medias tupidas que les han puesto. Más suerte tendrán los del partido de después (al final no había dos encuentros a la misma hora), Ferrer y Murray, a quienes les apoyarán en el partido unos niños bastante más espabilados y entrenados, supongo que pertenecen alguna escuela de tenis. ¿Por qué usar maniquís si no saben hacer su trabajo? ¡A la niña que en el segundo partido tenía que dar la toalla y recoger las pelotas le sobraba tiempo!

Y así se pasó una noche diferente, en primera fila del graderío, entre el famoseo y los negocios de los palcos de al lado. Con todas las ganas me quedé de colgar un mantón por encima de los geranios. Es que no sé cuándo voy a volver a ver los toros desde la barrera.

Foto: Detalle de los geranios que adornaban la pista. M. San Felipe

jueves, 6 de mayo de 2010

¿Fin de semana?


Sí, por fin parece que voy a poder disfrutar de un fin de semana C-O-M-P-L-E-T-O. Cuando digo completo me refiero a: su viernes por la tarde, a su sábado y a su domingo.

El calendario dice que abril ya ha pasado, aunque arrastra un mayo parecido, que no significa malo, sino más bien lo contrario. Aunque pueda no parecerlo, me gustaría seguir diciendo que estoy jodida pero contenta. Pero los días pesan, y los párpados, los músculos y las neuronas también. Tras un mes imprevisible, sin sábados, ni domingos, ni fiestas de guardar, llega mi fin de semana libre, ¡nuestro fin de semana libre! Y se presenta bien.

Para empezar, tarde-noche de viernes de concierto. El Lichis y Fito podrán disfrutar de mis gallos en la que, según informa el tiempo, será una fría noche primaveral en la capital segoviana. El sábado, ¡mañana en casita con los padres y hermana! Me gustaría que fuera con hermanas, pero este fin de semana va a ser que no. A la comida, le seguirá un café en buena compañía y con buena conversación. Para terminar la tarde, cañas de romería, parrillada con amigos y, seguro que, algún que otro bailoteo. El domingo, tranquilidad (¡espero que sin resaca!). Comida en casa, con su sobremesa indispensable, y por la tarde casi vuelta a la normalidad.

Dos días y medio por delante para aprovechar y disfrutar.

¿Fin de semana? Sí, fin de semana.

Foto: PotajedeBerros.com